jueves, 22 de noviembre de 2007

La Educación a rastras

La lectura de un par de entradas de dos blogueros a los que sigo me ha hecho reflexionar, una vez más, sobre un tema que ya he traído en más de una ocasión a este espacio: la educación y el sistema educativo español.

Calle Salsipuedes, en el blog Unidad y Libertad, escribe sobre la doble vara de medir de algunos dirigentes socialistas. Concretamente habla de José Montilla, actual presidente de la Generalitat catalana, que no se ha cansado de defender y alabar la escuela pública pero que lleva a sus hijos a un colegio privado. Natalia Pastor en su blog, escribe una sesuda reflexión a propósito de los programas basura televisivos y su repercusión social. En principio ambos temas no aparentan tener nada en común pero yo voy a intentar la pirueta argumental de relacionarlos.

Sabemos que José Montilla no se caracteriza por su expediente académico, muy limitado. Sin embargo no se le puede negar que es, cuanto menos, "avispado". Ha sabido pulsar los resortes oportunos para alcanzar nada menos que la presidencia de una de las regiones -o Comunidades Autónomas, que nadie se me enfade- más prósperas de España. En recientes declaraciones y otras más antiguas también, el bueno de Don José no ha escatimado calificativos para cantar las grandezas, el prestigio y la excelencia de la Educación Pública... para enterarnos después de que sus hijos asisten a clase en el Colegio Alemán, una institución privada. Tal comportamiento denota varios aspectos, muy comunes también, de la caterva socialista. Por un lado no experimenta el mínimo rubor al proclamar públicamente algo en lo que no cree; no tiene inconveniente en mentir consciente y deliberadamente a la masa social para enviar el mensaje que más le conviene a él o a su partido; es la viva imagen del oportunismo cínico del socialismo actual. Pero por otro lado, y es lo que hoy más me interesa, su elección escolar para la formación de sus hijos denota el fracaso absoluto del sistema educativo público. Un sistema que nos está relegando irremisiblemente al furgón de cola mundial en la calidad y el prestigio de nuestros licenciados universitarios. Nuestras Universidades, con solera y antaño prestigiosas, hoy contemplan con estupor este declive y, aún sin estar exentas de toda responsabilidad en el desastre, lo cierto es que reciben a unos bachilleres cada día peor y más sectariamente preparados.

Ya escribí mi opinión de cuál debería ser la solución a tamaño desastre, y lo mantengo. No podemos esperar que el sistema mejore si no goza de estabilidad y no tendrá estabilidad hasta que se establezca un pacto en materia educativa que así lo garantice. Los frutos en materia educativa no se recogen hasta que el árbol está bien desarrollado y nunca lo estará si cada cuatro u ocho años se tala su tronco para plantar un famélico brote en su lugar. No es de recibo que las leyes de ámbito educativo en España tengan la misma vigencia que el gobierno que las promulga. Un cambio de partido político en el gobierno implica, irremisiblemente, una nueva ley y un nuevo sistema. Ningún fruto y muchas trabas. La mejor prueba es el índice de fracaso escolar actual y el propio desprestigio de colegios y universidades.

Sé que es una tarea muy difícil pero no por ello hay que abandonarla. Y de antemano intuyo algunas de las dificultades del camino, como el sectarismo y el anticlericalismo radical de la izquierda. Pues bien, habrá que enfrentarse a ello y encontrar una postura común y moderada de la que saldrán beneficiados nuestros hijos... o nuestros nietos.

Hoy por hoy vivimos en una España educativamente disgregada. A la baja calidad del sistema hay que unir, como ya he escrito, la feroz manipulación y la información sesgada que se difunde en las distintas Comunidades Autónomas. No es un problema nuevo; van transcurriendo los años y contemplamos que nada mejora. Valgan estos ejemplos de los años 2000 o 2001, para comprobar que la Educación para la Ciudadanía sólo ha venido a empeorar la situación. En estos días también leemos noticias de sectarismo educativo, de manipulación de la Historia, de ocultación de verdades a nuestros pequeños vascos, catalanes o gallegos (una, otra, otra más)

A veces me pregunto si toda esta inmundicia no estará debida y deliberadamente orquestada. Es cierto que un pueblo inculto es más fácil de conducir que uno preparado. ¿Serán los nacionalismos excluyentes y los partidos de izquierdas los que prefieran una masa amorfa e inculta pero fidelizada? ¿Prefieren el poder al progreso de España?

Luego no nos extrañe que tengamos la televisión que tenemos, es la que pedimos: la incultura que sufrimos es la que generamos y... el gobierno que tenemos, es el que nos merecemos.

3 comentarios:

Fin de los Tiempos dijo...

La educación se ha visto rebajada por muchos factores. Los sms, el messenger, los iconos, las conversaciones por móvil, la falta de respeto a los profesores, la falta de seguimiento de los padres, las asignaturas sin sentido...

Hoy en día nadie lee, nadie escribe correctamente, nadie es capaz de situar un país en el mapa o de resolver simples cuestiones matemáticas sin calculadora.

Mundo de burros

Miss Peras dijo...

Apaga y vámonos. Es la muerte de la educación pública. Si Claudio Moyano levantara la cabeza... No me enrollo porque es un tema que me pone frenética y coincido con Pop al 325% más o menos.
Por cierto, imagino que muchos de los presentes habrán estado en el Congreso No Permanente, el que no cuenta apenas. Yo ni me he enterado de lo que allí se ha contado. Si alguno ha estado, que nos lo cuente a los demás.

Tío Pop dijo...

Yo estuve, Miss, y cuando tenga tiempo escribiré una entrada al respecto.