martes, 6 de noviembre de 2007

La España profunda

El pasado fin de semana fui invitado a una boda en un bonito pueblo de La Mancha. La ceremonia fue sencilla, igual que los novios, pero llena de ilusión y juventud, como debe ser una boda. Para los que somos urbanitas y más concretamente capitalinos, estas bodas recias y costumbristas constituyen un precioso espectáculo pleno de tradición, olor a otoño y ropa blanqueada al sol. Se agradece un cóctel de jamón, queso y calamares, todo bueno, regado simplemente con sangría y botellines y una cena en la que prima la cantidad sobre la calidad. No faltó el obligado corte de corbata al novio, de la liga de la novia, la intimidación de los amigos "vendiendo" los restos de estos adornos, el exceso en el alcohol, los cánticos de salvajes letras, los "que se besen los novios", lo mismo los padrinos... Mi anciana madre, castellana también, me contó hace años una costumbre que yo creía extinguida. Sin embargo el sábado la contemplé por primera vez en mi vida: tras el banquete se formó una enorme fila de invitados que pasaban, uno por uno, a felicitar a los novios y padrinos y a entregarles "el sobre". Sobre que había sido rellenado minutos antes y siempre en función de la satisfacción por el banquete que se acababa de disfrutar. Qué distinta esta boda a las últimas a las que he asistido en las que los Cartier rivalizan con los Vacheron & Constantin y las corbatas de Hermès o Loewe con los abrigos de visón.

Este bucólico cuadro se hace patente a poco más de hora y media de plácido viaje en coche, apenas a doscientos kilómetros del centro de Madrid. Sin embargo constituye un brutal choque con una realidad que dista años luz de las tiendas de la calle Serrano o el Corte Inglés de Goya. Gente sana, noble, bruta, que vive del campo y de los animales, que quema su cuerpo de sol a sol, que suda y brama cada día con el único objetivo de sobrevivir.

Gente que ha oído hablar de internet, sí, pero que no les interesa; que apenas leen el sobado Marca de la barra del bar si tienen un rato después de la partida; que nunca han leído un libro; que discuten sólo de fútbol y tetas... y nunca de política.

Y esto fue una dolorosa constatación: Para ellos la política es "eso que hacen en la capital, todos los políticos son iguales y están allí sólo para forrarse". Sin embargo, tienen muy claro a quién votan, año tras año, elección tras elección. "¿No somos trabajadores? Pues eso, votamos a los que nos defienden, a los que nos dan el cheque por los bebés y nos van a subir las pensiones. A los que se forran con la construcción nada de nada, que se jodan".

Este fin de semana he vivido una hermosa experiencia rural pero también un esclarecedor impacto comprobando qué es lo que interesa allí, cuál es el mensaje que reciben y lo lejos que estamos en el intento de acercar nuestro mensaje a estos feudos tradicionales del socialismo. Puedes intentar hablar de economía, de paro, de asuntos exteriores... y ellos te contestan con lo jodido que está el mercado del queso manchego por culpa de los intermediarios de derechas que se lo quedan todo.

Comí, bebí, bailé y me divertí, eso es cierto. El domingo, de camino a la capital, paré a desayunar en un hostal de carretera. Fue el complemento perfecto al resto del fin de semana: la cafetería del hostal era el rancio hogar de cientos de moscas y litros de grasa. Los papeles del suelo, a esas horas, sólo podían indicar que no se había barrido al menos desde el día anterior. Los pelos del camarero, diseño de ensaimada y con más grasa que las vitrinas del queso en aceite -y otras irreconocibles viandas- sólo fueron superados en el ránking de mi estupor por el negro contenido interungular del susodicho camarero. Junto a la puerta, no podía faltar un expositor de películas porno junto a otro que anunciaba el "juguete definitivo: el famoso Sex-Ring" a 8,95 euros, una ganga. La tostada, excelente por cierto igual que el café, me la sirvió una marroquí también despeinada que lucía una ceñida camiseta con la bandera americana sobre sus más que onerosas curvas y que salió de la cocina como quien acaba de saltar de la cama.

No quiero imaginar si estas experiencias las vive un francés medio, un alemán o un británico. No me extraña que sigamos teniendo la imagen tercermundista que se percibe desde Europa. Es inquietante, ciertamente, este brutal choque de frente con una realidad que estadísticamente es la mayoría del pueblo español: rural, de izquierdas, sin pretensiones y acomodado a una situación de la que le cuesta mucho salir. Nuestros pueblos, unos más que otros, ciertamente, son un excelente caldo de cultivo para el vacuo discurso socialista. Una España profunda y anclada.

22 comentarios:

El Barquero dijo...

Qué bodas, amigo Pop... qué bodas!!

Sólo he asistido a una de esas, la verdad, pero disfruté como un enano (sustos varios aparte, como el de ver un trozo de los gayumbos del novio posarse sobre mi plato reclamando el "impuesto revolucionario"). Fue es Segovia. La escena muy similar, los personajes calcados, pero había una diferencia: votaban al PP. La razón: sus familias "habían ganado la guerra", así de sencillo.

Muchos pueblos viven la herencia guerracivilista. Vivieron de otra forma el enfrentamiento fraticida, más impersonal en las grandes ciudades, pero con nombres y apellidos en los pueblos. Por eso es fácil resucitar rencores y revanchismos, porque en los pueblos todos saben quién mató a quién, quién quemó el qué y a quién, quiénes delataron a quiénes y quiénes apretaron los gatillos o prendieron las teas...

Y eso, ese odio, se transmite de padres a hijos y es muy fácil reactivar. La racionalidad seguirá extendiéndose, pero hace falta tiempo... mucho tiempo.

Tío Pop dijo...

Pues seguramente tienes razón y además de ser un tema cultural es también geográfico. En mi caso, me encontré con un feudo socialista acérrimo. Estoy absolutamente de acuerdo contigo en el tema de los odios dormidos y de la inconveniencia de despertarlos.

Un abrazo y bienvenido de vuelta.

Anónimo dijo...

Peor cuando además son nacionalistas...

Miss Peras dijo...

Creo que abordas dos temas distintos, Pop, el de la España rural y el de la España hortera. Hay lugares en España en que la gente más sencilla tiene buen gusto. Horteradas como lo de cortar la corbata del novio, las he vivido en Madrid en los más horteras salones de boda, que eran los Salones Winston en que el pastel lo cortaba un tío con un alfange de decapitar cristianos y se vendían pedazos de la cortabata y tal. ¡Espeluznante! Es verdad que hay una España muy hortera. ¿A quién votan los horteras? Pues no lo sé. Yo creo que lo de hortera no tiene color político, es una manifestación de nuestra falta de cultura, modales etc. En Europa hay países enteross con muy mal gusto en que hasta los príncipes son horteras, como el de Hannover ese que va haciendo pis en todos los matorrales, y jamás he conocido a un alemán bien vestido. Se pongan lo que se pongan, se gasten lo que se gasten, es un desastre. En cambio italianos mal vestidos, no he conocido.
Muchos horteras son nietos de personas sencillas pero educadas, pero han pasado por los colegios y la actual televisión, así que imagínate...
De todos modos, lo divertido de los bodorrios, sean en el Ritz o en el Salón la Ladilla de Gorgojuelos de la Mancha, es que ves gente nueva en un ambiente alegre, y hay quien liga y todo. Yo perdí un novio en una boda, porque al final se lió con otra, de lo que me alegro, porque resulta que era un imbécil. Esa es una de las utilidades de las bodas.
Lo curioso es lo que dices, la pervivencia de costumbres: somos un país neolaico y sin embargo mantenemos costumbres como la de invitar a mucha gente, y ahora hay quien hace primeras comuniones laicas y dentro de poco ordenaciones sacerdotales laicas, yo que sé, para conservar el jolgorio. Mira que la fiesta más hortera de los yanquis es la más imitada hoy día en España, la de Jalouén, y que hace veinte años imitaban en España lo de lanzar enanos en algunos bares...

Tío Pop dijo...

Pues tienes razón Miss, son cosas distintas. La incultura, la horterada y el color político. Toda generalización es mala y, por supuesto incorrecta. Con mi comentario, aunque lo parezca, no he querido generalizar. Mi intención era no extenderme, ya me había salido demasiado largo, y tal vez por eso no lo he explicado suficientemente bien.

En todo caso, y sin generalizar, lo que viví este finde fue un espectáculo de horteras, incultos y de izquierdas. Hay muchas otras combinaciones, lo sé, pero esta ha sido la mía.

Al hilo de lo anterior podemos también argumentar ésa constante obsesión de los gobiernos socialistas por "desculturizar" a la masa: empobrecimiento del sistema educativo, proliferación de medios propagandísticos, etc., con lo que se consigue un pueblo menos culto, por supuesto, y más fácilmente manejable.

Xixarro dijo...

Coincido con el comentario del barquero, porque yo conozco un pueblo "también de derechas" y simplemente porque les tocó un bando durante la guerra civil. A pueblos vecinos les tocaría otro y puede que, entre los más mayores que aún viven, sobreviva ese odio visceral que he conocido de cerca, al pasar muchos años de mi niñez en ese pueblo. Con qué facilidad se dejan de dar la palabra para siempre, siendo que viven a tiro de piedra unos de otros, en esos pueblos tan aislados y perdidos.

Tengo un amigo que hizo un viaje a los EE.UU. Paseó por medio país en coche y transitó por la zona, que ahora no sitúo, y que es habitada por los conocidos montañeses, que en tantas películas nos han presentado los norteamericanos. El ambiente allí era el típico ambiente rural montañés, mucho más rancio y, sobre todo, más peligroso que aquí. Peligroso por la facilidad con que te encañonarían con una escopeta, dada la cultura hacia las armas que allí tienen. Aquí, en españa, escopetazos, haberlos haylos, pero normalmente se resuelven esas disputas matando algún animal de crianza, o la mula, o estropeando alguna huerta del vecino al que odian.

Ya dije no hace mucho que aún no estamos preparados para olvidar del todo lo sucedido en aquella guerra civil, bastante más próxima en el tiempo de lo que parece. Necesitamos que las generaciones venideras se vayan "purificando" de odios y rencillas, hasta que todo esto les resulte una anécdota o hecho histórico del pasado.

Pero sí que es cierto que la izquierda lo tiene más fácil para llegar al pueblo llano, pues es un partido que dice luchar por el pueblo y se inventa unos malos (antaño puede que lo fueran, ahora no) a los que va "a combatir". Su mensaje es fácil y directo. No puedes acudir a un pueblo, donde están a años luz de cualquier asunto mundano de una gran ciudad, y vender que si la economía esto, o las relaciones exteriores lo otro. Les importa un pimiento. Allí se desloman de sol a sol, y lo mismo se dedican a la albañilería, que a recoger leña al monte, que a pasear o vigilar el ganado, o lo que haga falta. Así que cualquier ingreso extra les viene de perlas.

Claro que puedes industrializarles el entorno, pero entonces se quedarían sin caza, sin bosques, sin campos y no sé si les gustaría. A mí no, desde luego, pero serían más prósperos. Pero entiendo que un país enteramente industrializado sería un país que habría perdido más que ganado, por lo que he explicado antes de la caza, o los bosques.

Así que, Tío Pop, debes hacerte a la idea que siempre habrá una cultura “de capital” y otra “de pueblo”. Cada una con su encanto y con su parte mala. Y cada una con su forma de entender la política.

Anónimo dijo...

Soy un geógrafo francés y conozco un pueblo que se llama Brigadoom y según su última encuesta todos siguen siendo fieles al buen rey Charles I. Lo mismo os pasa a vosotros, vuestras cunas ocupaban espacios proclives a la derecha. Cuando os dais cuenta, en vez de someter a crítica vuestros dogmas y reformaros limpios de determinismos ideológicos os vais por los pueblos a que os feliciten por fachas. El barquero cuenta que llegó en mitad de una extravagante e impía ceremonia a comulgar con calzones, en memoria de la victoria.

El Barquero dijo...

Hombre, lobo, reconoce que tu interpretación de mi comentario deja a la geografía francesa por los suelos. No has dado ni una. No digo nada de las artes adivinatorias sobre las cunas, pero lo de los determinismos ideológicos, la contemporización de la guerra y el sarcasmo sobre la piedad religiosa te delatan como un talibancete con ganas de bronca.

Te recomiendo que lo intentes de nuevo... la lectura, digo.

Miss Peras dijo...

Dios mío, ese Le Loup, ¿será Sidious? Estoy obsesionada.

Miss Peras dijo...

Por cierto, la imagen del toro de Osborne y lo de las películas porno en los bares de carretera me ha recordado mi loca juventud, cuando íbamos algunos amigos y amigas a la Playa de San Juan, a bañarnos en el mar y... todo lo demás. Hay lugares en España que se llaman Chinchilla, de verdad. Y etapas como la Almunia de doña Godina. Ahora con los grandes bares-restaurantes-gasolineras de las petroleras se ha perdido un poco ese sabor añejo y tan hortera...

Tío Pop dijo...

¿Hortera? Cienes y cienes de cosas: Los cojines de ganchillo en la bandeja trasera del coche. La gitana de faralaes sobre la tele. La melodía del Equipo A en el tono del móvil (valen también otras muchas melodías). Kiss FM. Los coches "tuneados", cetra, cetra.

Miss Peras dijo...

Fíjate, yo quité mi lista para no ofender a nadie... Pero es que así, de sopetón, se me ocurren miles empezando por TODOS los artilugios de cementerio en porcelana "tu familia no te olvida" y prácticamente TODO lo que se vende en las "Cristalerías". Mejor me callo.

Xixarro dijo...

A mí me gustaban aquellos cojines que ponían "mi otro coche es un Rolls", y solían llevarlos los Simca 1000 o los Seat 600. Luego estaban también las cintas de Los Pecos de la prima adolescente de turno, o las de Georgie Dann, que era casi eterno y sacaba disco nuevo todos los años.

Hombre, eran horteraditas, pero en realidad toda la década de los 80, pese a su efervescencia creativa, fue una auténtica horterada. Al menos, visto desde la perspectiva actual. Pero quizá es que ahora somos unos sosos y entonces se vivía más al día, o se aprovechaba mejor el tiempo disponible.

Conozco a una persona que vive de manera discreta. No le gusta llamar la atención, ni suele ser bailarín en las discotecas o guateques y otros saraos. No fuma, no bebe demasiado. Se peina siempre con la raya al lado, desde que era pequeño. Usa gafas y tiene un físico normal: ni fuerte, ni gordo, ni delgado, ni nada que destaque. El caso es que conociéndolo, es una persona que tiene buena conversación, pero al no tener extravagancias, esta cualidad suya es desaprovechada por todos. Quizá si fuera un poco más atrevido al vestir, o al peinarse, o al opinar sobre algún asunto, o mejor dicho, opinara sobre asuntos "horteras", sería una persona más viva, de cara a la sociedad que le rodea.

Así pues, ¿a qué llamamos hortera? ¿tenemos nosotros algo que ofrecer como contrapartida a un peinado con permanente? Tenemos un tiempo limitado y ¿en qué lo aprovechamos?

Lo que quiero decir es que en realidad, Tío Pop, el Barquero, Miss Peras y resto de parroquianos, probablemente estéis criticando aquello que os divierte, que os seduce de alguna forma y que no os atrevéis a hacer por iniciativa propia. Ojo, el que no se sienta aludido por este comentario, ya sabe que no hablo de él, pero no os lo toméis a mal si os digo que estoy seguro que muchas veces nos pasa a todos algo así. Son cosas de la vida, nada más.

El Barquero dijo...

Un placer, Miss. Ese juego da para un portal completo, con dominio propio incluido.

Quizá no sea este el sitio para ahondar, pero los anfitriones mandáis, así que aprovecho para contarte que detesto las figuritas de Lladró y que mi imaginación, ignorando las singularidades de una lámpara valenciana, ha bosquejado engendro tal, que me da miedo conocer una de verdad. La jarra la disculpo, seguramente seducido por su utilidad. Los pantalones de campana también, femeninos claro, los masculinos entiendo que pertenecen al pasado o a las pasarelas, pero no a la realidad.

La cualidad de hortera es muy subjetiva. No todos coincidimos al valorar ciertas "posiciones", pero a mi entender lo que suele definir al perfecto hortera es la falta de naturalidad. Seguiré meditándolo... Te aviso

Un saludo

Anónimo dijo...

Barquero, Además de geógrafo francés soy explorador británico retirado y condecorado varias veces en la Real Sociedad para la Dislipemia (o Hipercolesterolemia) nada menos que por un enviado del espacio supernumerario. A propósito de lo dicho por Xixarro:
"Conozco a una persona que vive de manera discreta. No le gusta llamar la atención, ni suele ser bailarín en las discotecas o guateques y otros saraos. No fuma, no bebe demasiado. Se peina siempre con la raya al lado, desde que era pequeño. Usa gafas y tiene un físico normal: ni fuerte, ni gordo, ni delgado, ni nada que destaque. El caso es que conociéndolo, es una persona que tiene buena conversación, pero al no tener extravagancias, esta cualidad suya es desaprovechada por todos. Quizá si fuera un poco más atrevido al vestir, o al peinarse, o al opinar sobre algún asunto, o mejor dicho, opinara sobre asuntos "horteras", sería una persona más viva, de cara a la sociedad que le rodea." No se si hablas de Hitler o de Aznar antes de dar el salto y dejarse crecer el bigote. No le dejes que le crezca el bigote, Europa y España han tenido que sufrir mucho por ese tipo de deslices capilares.Para un tipo de esas características (un tipo como Aznar, digamos) un bigote es órgano sensorial táctil que se ubica cerca de la boca y que cambia su perspectiva de la realidad, quiero decir que tienen un sentido más que sustituye a todos los otros y por eso perciben el mundo de manera diferente.

Miss Peras dijo...

No me aguanto, no me aguanto, me había jurado no intervenir pero después de madura reflexión conjunta con Pop no he conseguido dilucidar qué es más hortera:

- un traje de almirante para la primera comunion del niño
- una figurita de Lladró
- una boda de las de las pelis americanas.
- un damasquinado toledano
- un ninot de las fallas
- una postal de esas que llevan una bailarina puesta
- enanitos de porcelana en el jardín
-tarjetas de visita con foto
- cualquier modelo de Agata Ruíz de la Prada
- grifos dorados en el cuarto de baño
- librerías sin libros
- un 4x4 en Madrid

El límite es el cielo...

El Barquero dijo...

Eh, eh, eeeeeeeeeehhh!!!

Mis grifos dorados (envejecidos, conste) ni tocarlos.

Me ha gustado lo del 4x4, es algo que nunca he entendido bien. Y más hortera aún el que se pasa 3 horas diarias atascado en él sin necesidad, pero me imagino que si se ha gastado el dinero en eso será para que lo sepamos los demás, aunque nos divirtamos imaginando su vida sexual...

Xixarro dijo...

¡Las Fallas ni tocarlas!

¡Sapristi! Aquí ya no se puede uno dejar de controlar el blog. A la que te giras, te meten gol.

Miss, Miss, las Fallas jamás serán horteras, hombre...

(Porque me pilla a buenas, si no...)

;-)

Anónimo dijo...

¡Saludos a los estetas! y gracias por este jueguecito tan divertido.
Creo que cuando lo hortera (¿era con h?) se intensifica, se dispara y cristaliza, pasa a ser kitch (¿era con k, con ch?) categoría diferente que en algunos casos y en pequeñas dosis, se da la mano hasta con el buen gusto (¿era con g, con j?)

P.D. ¿Qué de malo tienen las figuras de Lladró, que tanto hacen subir el PIB?

Tío Pop dijo...

Tengo que reconocer que acabo de ir al disccionario de la RAE y, sorpresa, el vocablo hortera existe, lo que no me esperaba. Además recoge el significado, entre otros, de "vulgar y de mal gusto". Bienvenido (¿era con b, con v?) votante expectante (¿con v, b, s, h?).

Aún recuerdo una discoteca en la calle Galileo de Madrid que se llamó precisamente así, Kitch... qué recuerdos (años 80). Allí era fácil encontrar las cosas más extravagantes, además de horteras, kitch, de mal gusto o no sé cómo definirlas. Pero era divertido, sí.

Anónimo dijo...

Gracioso el jueguecito. Cosas horteras:

- Mi vecina con su bata de pelotillas.
- Los cadenones de oro de los gitanos.
- Ana Garcia Silicona Obregon.
- Las batas de Rappel y su tanga leopardo.
- Las sandalias con calcetines.

Volvere.

Miss Peras dijo...

Lo definitivo, en cuanto a hortera y en cuanto a kitch: ¡la decoración de un restaurante chino! Fuentes artificiales, enormes budas sonrientes, dragones de pacotilla. Es como una caricatura de lo chino....