martes, 4 de diciembre de 2007

Una pequeña luz al final del túnel

Hace unos años, ya no recuerdo cuántos, mis amigos venezolanos se vieron en la dura tesitura de decidir si volvían o no a su país. Acababa de ser elegido Chávez. Ya la campaña electoral, en la que tuvieron que elegir entre una ex Miss Mundo y un ex golpista, les había llenado de desesperación. Él, mi amigo, profetizaba el nacimiento de un nuevo Hittler en Chávez. Sus compatriotas le miraban como si se tratase de un chalado. Esta incomprensión, esta falta de análisis de la situación que estaban viviendo en Venezuela, le llenaba de pavor y desesperanza. Nosotros lo veíamos con ojos perplejos: era todo tan inaudito. Pero más inaudita era la férrea determinación que ella, la mujer de mi amigo, siempre había mostrado. Su firme resolución de volver, respondía a un profundo sentido patriótico -¡Qué envidia!-, incomprensible para unas personas provenientes de un país en eterno proceso de disolución como es el nuestro.

Y así regresaron a Venezuela. Él llevaba el miedo en los ojos. Ella, la convicción de estar haciendo lo justo.

Tan sólo habían estado un par de años fuera de su tierra y ya se sintieron como unos extraños cuando volvieron. Su carro lleno de comida a la salida del supermercado les estigmatizaba a los ojos de sus vecinos.

Durante un tiempo, nosotros les mirábamos con una mezcla de compresión, de miedo, de compasión... pero siempre desde el calorcito democrático de la vieja Europa. Tan a salvo de ese tipo de caudillitos.

Pero hete ahí que al poco apareció en escena ZP. Ese aprendiz de brujo que miraba embelesado las gracias celestiales que adornaban al egregio Chávez.

Desde entonces hemos sido nosotros quienes, con miedo en los ojos, les hemos tratado de explicar el paralelismo entre los dos personajes. Y han sido ellos quienes nos han mirado con condescendencia... seguros de que seguimos viviendo en el calorcito democrático de la vieja Europa: nosotros no tenemos que hacer largas colas para comprar un kilo de leche en polvo, porque ha desaparecido de los supermercados; a nosotros no nos adoctrinan desde la megafonía de los mercadillos, con los discursos interminables del Presidente; nosotros estamos libres del espionaje revolucionario cubano, en forma de médicos de pueblo, con el que Castro les paga la gasolina; nosotros no tenemos que desconfiar aún del barbero y ser de la oposición aún no nos cuesta la vida.

En fin, que esta vez ellos tampoco son capaces de ver, desde allí, por qué España no les ayuda, no les tiende un puente, no reivindica su derecho a la libertad y a la democracia. Ellos, que nos siguen viendo como la Madre Patria, no son capaces de entender cómo no somos su voz en el mundo.

Ellos no son capaces de creer que ZP quiere ser como Chávez cuando sea mayor.

Hoy, sin embargo, se ha abierto una pequeña luz al final del triste túnel del Socialismo del siglo XXI, como tan pretenciosamente lo llama. El pueblo venezolano hoy, ha dicho NO al sueño totalitario del socialismo bolivariano. Pese a la opresión y al miedo. Pese a las cientos de horas de proclamas televisadas. Pese a las cadenas de televisión cerradas. Pese a tantos y tantos escollos, Venezuela ha dicho NO. ¡VIVA VENEZUELA!
...¡Pobre ZP!

lunes, 3 de diciembre de 2007

Mañana no estaré allí

Mañana tendrá lugar la concentración acordada por todos los grupos políticos del arco parlamentario. Yo no estaré. No estaré porque la ciudadanía española no puede tolerar más astucias políticas ni más intereses de última hora, porque, acercándose como se acercan las elecciones, las víctimas del terrorismo siguen siendo víctimas del terrorismo etarra, de la complicidad peneuvista, de los ataques furibundos de NaBai y de las vergonzosas negociaciones del PSOE y de ERC. No pondré mi voz, mi presencia, mi tiempo ni mi alma en una concentración a la que asistirán los desfachatados miembros del Gobierno, los secuaces peneuvistas y los encubridores de ERC.

Pero ningún interés puede causar que yo anuncie que no estaré en esa pérfida concentración de mañana, como tampoco que recuerde en todas aquellas en las que sí he estado. Sí puede tener más interés para los lectores, quizá, que exponga las razones por las que creo que el Partido Popular, siempre cercano a las víctimas del terrorismo, se ha puesto de hinojos ante el Gobierno y ante aquellos cuyo objetivo es desmenuzar nuestra Nación y ceder ante los criminales. Puedo comprender la rapidez con la que el Gobierno ha preparado esta concentración para mañana, lo abyecto de un Ejecutivo que ha despreciado a las víctimas del terrorismo para tenderle la mano a los asesinos, el interés político que esta concentración encierra detrás de la pancarta que empujarán las desleales manos de quienes han sido protectores de ETA; puedo comprenderlo, sí, pero no puedo comprender, más que en términos electorales y políticos, lo que está haciendo nuestro partido. ¿Cómo pueden firmar un manifiesto conjunto con los que han sido auténticos protagonistas del fortalecimiento etarra? ¿Cómo pueden concentrarse mañana, y pedirnos a las bases que lo hagamos también, con los que han vendido España a los terroristas sin más precio ni condición que unos meses sin matar, o con la intención de que no atentaran en Cataluña? ¿Cómo podemos ser tan estúpidos de creernos esa milonga de “todos unidos frente al terrorismo”? Me niego, queridos lectores, me niego a soportar que haya alguien que pueda tragar con este cuento de buenismo y moralejas de bonito final.

Yo no estaré en esa concentración porque tampoco lo estarán las víctimas, entre otras cosas porque no han sido consultadas, porque no se han escuchado sus voces desde el mismo Gobierno, porque jamás se han sentado a hablar con ellas para tratar de comprender el inmenso dolor que les abruma. No estaré porque, aunque nuestro partido siempre ha estado con ellas, aunque hemos apoyado todas sus concentraciones y momentos de dolor, en el teatro de mañana no hay butacas reservadas para ellas. Ellas no asisten a este tipo de engaños políticos, porque conocen perfectamente cuáles deben ser las medidas a tomar por quienes quieren terminar con ETA: la vuelta al Pacto por las Libertades y Contra el Terrorismo, la ilegalización inmediata de ANV y PCTV y la revocación de la resolución parlamentaria que permitía al Gobierno negociar con ETA si estos dejaban las armas. Esos son los pilares reales que podrían sostener una verdadera intención de terminar con ETA. Lo demás, la concentración de mañana, no es más que una actuación política de primer orden.